10/4/08

Chile. Santiago. Súper Paisaje


“Somos un país de paisajes”, es la frase enunciada por Emilio Marín, (Arquitecto egresado de nuestra Universidad) dentro de la charla brindada el día martes pasado para nuestro taller Ciudad Visual.
Si definimos rigurosamente lo que se entiende como paisaje, este sería cualquier área de la superficie terrestre producto de la interacción de los diferentes factores presentes en ella y que tienen un reflejo visual en el espacio; compuesto por elementos que se articulan entre sí, básicamente de tres tipos: abióticos, bióticos y antrópicos.

Es aquí en donde surgen dos imágenes muy claramente definidas y contrastadas al referirse al paisaje de Chile. Los paisajes naturales y los paisajes artificiales (construidos por la sociedad). Y es que si hablamos de paisajes naturales en donde el hito natural se presenta en gloria y majestad, adjudicándose “el rostro” de una determinada zona, una carta de presentación o una foto postal. Ejemplos sobran, basta con nombrar La Portada de Antofagasta, el Morro de Arica, Las Torres del Paine, los Volcanes del sur del país, entre otros.
Paralelamente en las ciudades, nos encontramos con estos paisajes urbanos artificiales en donde escasean los hitos geográficos, en donde las edificaciones pasan a tomar este lugar y se trasforman en un hito arquitectónico de un lugar determinado..

En Santiago y muchas otras ciudades del mundo, el paso del tiempo han ido trasformado las obras arquitectónicas propias de la ciudad en hitos que se trasforman en la representación de la misma. Por lo último no es raro reconocer el Obelisco, la Torre Eiffel, La Gran Muralla China, La Estatua de la Libertad, La Torre de Pisa o el Empire State. En el caso de Santiago no es diferente lo que ha ocurrido. La Catedral, el edificio telefónica, el palacio de gobierno e incluso la Torre ENTEL (construida en la década del 70, por la oficina de arquitectura de Alberto Cruz E., construcción que por años fue y sigue siendo, un hito referencial de la capital), transmutan su rol meramente funcional adoptando también un rol icónico/simbólico, tanto para la propia sociedad como para el extranjero.

"El paisaje urbano, entre sus múltiples papeles, tiene también el de algo que ha de verse, recordarse y causar deleite” según Kevin Lynch en su libro “la imagen de la ciudad” esto con el fin de encausar las intervenciones y transformaciones que se van efectuando en la misma ciudad, entregándole a las disciplinas proyectuales la responsabilidad de la visualidad del paisaje urbano conjugando principalmente los factores abióticos y antrópicos mencionados al principio.

Para Aldo Rossi, arquitecto italiano ganador del premio Pritzker en 1990, la arquitectura debe: “Revalorizar la obra singular y el monumento como elemento fundamental de la historia de la ciudad y de la memoria colectiva”.

En cierta medida es lo que ha estado ocurriendo con el paisaje urbano contemporáneo, en donde cada hito arquitectónico de la ciudad evoca sensaciones y situaciones, grabados inconcientemente en cada uno de los nosotros.

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